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EL PAIS
1 6 JUL 1995
EL PAÍS. Barcelona
El alcalde de Barcelona, Pasqual
Maragall, ha remitido durante d
ultimo año una serie de cartas a
líderes políticos e intelectuales
europeos en las que no sólo plantea una reflexión común sobre
Europa, sino que intenta profundizar sobre cómo reactivar el
movimiento europeo. El ex presidente de la República Francesa
François Mitterrand; ei presidente chcco, Vaclav Havel; d ex
presidente de la Comisión Europea Jacques Delors, el escritor
Jorge Semprún y d eurodiputado Daniel Cohn-Bendit son algunos de los destinatarios de estas epístolas, que no exduyen a
Las epístolas sobre
Europa de Maragall
(ft
quierda, este y oeste, municipios y regiones, le han aclamado. Todos eran conscientes de
que a través suyo, aquel dulce
dia de otoño en Estrasburgo,
era Francia la que se manifestaba. La Francia que dirige palaEl alcalde de Barcelona se cartea con
bras de sabiduría a la vecina
Alemania y a toda Europa. Y
políticos e intelectuales europeos
nosotros fuimos reafirmados,
reconfortados en nuestra fe europea". Tras recordar que la izotros políticos e intdectuales es- abril de este año, d alcalde bar- quierda mediterránea ha crecido
pañoles. El tono de las cartas es celonés le recuerda su discurso mirando a la izquierda francesa.
distinto según la franqueza o el ante el Comité de Municipios y Maragall se pregunta si en d degrado de vivencias comunes de Regiones de Europa, que presi- bate europeo Francia afrontará
de d propio Maragall: "Hace verdaderamente d discurso de la
Maragall con su corresponsal.
En la caita que Maragall re- falta institucionalizar Europa, proximidad, de la subsidiamitió a Mitterrand el 20 de ha dicho. Y todos, derecha e-iz- riedad.
�EL PAIS
1 6 JUL. 1995
Entre la política y la cultura
Dos episodios reaparecen en las misivas:
la capitalidad cultural de Barcelona y la
existencia de Catalunya Segle XXI
Maragall se interroga e interroga
a su interlocutor sobre si todo lo
que la globalización de nuestras
vidas anuncia como posible
—"la fraternidad, et conocimiento de los demás, la amistad, la
coexistencia internacional— es
verdaderamente posible. "¿Cuál algo más que un aparato de apo- punto de partida, no como un
es el papel de Europa en este yo electoral. "No sé cuál de los punto de llegada. Se parece a tus
marco? La izquierda debe plan- dos —si Hrabal o Kundera, es- palabras sobre la patria como
tearse estos interrogantes. La iz- cribe Maragall— transmite me- vía hacia la razón y et universaquierda siempre ha sido, sobre jor la seducción de Praga, la ciu- lismo. Se parece. No estoy segutodo, el partido de los interro- dad de Europa que más me gus- ro de que sea lo mismo". En la
gantes y no de las seguridades". ta. Me gusta tanto que le tengo misma carta Maragall aprovecha
miedo: respiramos también para empujar la candiLa admiración
cuando
supimos datura barcelonesa y aclarar la
hacia Vaclav Havel ——,
Praga aspiraba intención que hay detrás de ella:
La izquierda que
se mezcla con una
a la capitalidad cul- "Me gustaría veros a los dos. a
evidente sintonía
tural europea del Havel y a ti, defendiendo para
siempre
ha
filosófica. En una
2000. Nosotros es- Barcelona 2001 las líneas maescarta que le dirige
sido, sobre
cogimos el 2001. tras de una partitura europea",
en mayo de este
Esperemos que ga- porque como le ha razonado en
año, Maragall cotodo, el
nemos los dos, Pra- unas líneas previas: la oferta de
menta con agrado
ga el 2000 y Barce- la ciudad para el 2001 no es, esta
la conferencia que
partido
de
ios
vez, "utilizar Europa para translona el 2001".
el propio Havel haEnvuelto en re- formarse como ciudad, que es lo
bía pronunciado
interrogantes cuerdos
de una vi- que hicimos con los Juegos
días antes en la Gesita
de
Havel
a Bar- Olímpicos, sino tratar de sugerir
neralitat, donde
y no de las
celona, Maragall le que se utilice a Barcelona, en el
planteó el dilema
2001, como pretexto para definir
seguridades** recuerda: "Habla- la
de si un político tiecultura europea". ¿Ha llegado
mos
de
Catalunya
ne que seguir su
Segle XXI, inspira- ese momento?, se pregunta el alinstinto. Pregunta
a la que el propio Havel respon- da en buena parte en sus escritos calde. Y vuelve a recurrir a Hadió con un sí en la medida en que Words on words y At home, y me vel para acotar la idea de cultura
la historia no es ensayable ni re- manifestó su simpatía por la europea: "Una cultura europea
petible. En la carta, Maragall ha- idea. Espero que vendrá a ha- venida del frío, superadora de
bla con afecto de los intelectuales blarnos afinalde año. La idea de nacionalismos voraces y univerchecos Hrabal y Kundera. "Lo recuperar los conceptos univer- salismos ingenuos, hija de la loque es claro", comenta Mara- sales a partir de la vida y dellu- cura centroeuropea y de la estugall, "es que Kundera no carece gar de donde somos y pertenece- pidez estalinista, coetánea del
de esperanzas, a pesar de los títu- mos, como una pertinencia más, ecologismo y el pensamiento
los de sus novelas, porque en una pero más amplia, es muy suya". leve, escèptica y esperanzada a
También a Semprún le explica un tiempo".
entrevista de hace un año o un
La carta a Semprún es una de
año y medio a EL PAÍS, decía Maragall, en una carta de enero
las
más largas y en la que trata
de
1995,
el
horizonte
conceptual
que el nacionalismo era condenable y peligroso y que ¿1 se lo de Catalunya Segle XXI: "Un más directamente el problema
debía todo a Francia. Para man- grupo que nació de la falsa calma político de Europa con el lideraztener dos convicciones tan asi- del 94 (el año en que figuraba go de una Alemania que puede
métricas es necesario probable- que en España no había eleccio- tener la tentación de ser lo que el
nes, pues las europeas no lo son Kaiser y Hitler quisieron que
mente ser un gram optimista".
En la carta a Havel, Maragall en el sentido fuerte de la palabra: fuera, "pero ahora no por la
cita dos episodios que reapare- ¡grave error!), grupo que se de- fuerza, sino por la economía".
"¿Habría que hacer un particen en otras misivas siempre muy nomina Catalunya Segle XXI,
do
europeo o un mero movipara
denotar
la
precisión
de
lubrevemente: el empeño de Barcelona para conseguir la capitali- gar (Cataluña, lo dado, lo con- miento europeo? ¿Habría que
dad cultural del 2001 y la existen- creto) y de tiempo (el futuro, no predicar el federalismo europeo
cia de la plataforma Catalunya el pasado), dke en su manifiesto de Delors y extenderlo al regioSegle XXI, que presenta como que la patria se concibe como un nalismo europeo que Pujol y yo
�EL PAIS
1 6 JUL 1995 /jjfl
compartimos —con la diferencia
de que él quiere suprimir las ciudades, que son la sustancia de
Europa? (...) Tu reflexión sobre
las palabras de Thomas Mann en
Francfort, en 1949 ('mi patria es
la lengua alemana'), es una de las
bases más sólidas que he leído de
un pensamiento europeo no ingenuo, pero esperanzado. Es decir, de un pensamiento europeo,
punto. Efectivamente, este modo
de pensar comienza por el siguiente primer mandamiento:
'Mi patria no es mi lengua, mi
patria es el lenguaje* (página 16 de la
edición española).
Pero sigue inmediatamente —si es
que no la precede
en la reflexión—
otra idea: 'Lo alemán es un componente esencial de
mi patria espiritual' (ibidem). Y
una tercera idea,
que en tu libro viene antes (página
14), pero que creo
que es lógicamente
posterior: 'Las patrias sólo son vías
hacia el universalismo de la razón democrática". En
la carta a Delors también se insiste en este trayecto del sentimiento a la razón y del nacionalismo al europeisme, de la identidad a la fraternidad, sin renuncias.
Carta a
Jacques Delors
Querido presidente y amigo:
Le agradezco vivamente la
entrevista que tan generosamente me ha concedido, en respuesta
a un modesto almuerzo.
Reflexiono a menudo sobre
las propuestas que usted sostiene
en torno a Europa y la política,
la Europa de las Regiones y también sobre la generación testigo.
Insisto en que nos hace falta
un partido europeo, o más bien
un movimiento europeo.
Existe uno, los hijos de los
viejos héroes Schumann, Monnet, Spaak y De Gasperi; en
nuestra casa, en Cataluña, son
Adroher Gironella y después Jordi Garcia-Petit los que han llevado el peso.
Pero, quizá, hace falta ya un
federalismo europeo de todas las
piezas, un partido de Europa basado en la subsidiariedad y la
lenta transferencia de la razón de
Estado hacia la supranación que,
sola, pueda representarnos a escala mundial, tanto en la cooperación como en el conflicto.
¿Cómo entonces no irritar a los
Estados? Ciertamente, los chivos
expiatorios del malestar de los Estados son tanto la Comisión como
las Regiones —que ahora pasan
por un denominador común cubriendo tanto los lànder alemanes
como las pequeñas ciudades del
Macizo Central o de la Meseta
española: todo aquello que no es
Estado por debajo del Estado.
Los Estados son los verdaderos fundadores de Europa, no se
puede prescindir de ellos. Más
que eso: siendo los Estados los
herederos de la Razón y de las
Luces del XVIII, con (Francia) o
sin (España) éxito revolucionario, es preciso tener mucha cautela ante cualquier traslado de
esta significación. Incluso si hay
verdaderamente deseos, algunas
veces con urgencia, de hacerlo.
He leído en alguna parte a un
autor portugués que decía que finalmente el siglo XX ha sido
todo lo contrario del siglo de la
Razón: el siglo de los sentimientos.
En la misma medida que el siglo XIX ha sido pacifico después
de Napoleón y ha hecho nacer
todos los internacionalismos ingenuos o heroicos —el del capital y el de los trabajadores—, el
siglo XX ha sido asesino, traidor
y decepcionante. Momento de
progreso y de amargura. Escenario del absurdo: la fisión del átomo convirtiéndose en la posibilidad; e Hiroshima fue el ensayo.
de la autodestrucción universal.
(Cenzaburo Oé
ha dicho, con bellas
palabras, que cuando un hombre muere, puedes llevarlo
en el pensamiento,
mientras que si toda
una ciudad es destruida, es la memoria misma de los
hombres la que desaparece, la huella
de hombres y mujeres. (Es justamente
lo que todo el mundo ha pensado al saber que Dubrovnik
y después Sarajevo
fueron bombardeadas).
Nos hace falta quizá repensarlo todo a partir de los sentimientos. Rehacer la razón a partir de la pasión y el corazón. Admitir que no hay principio universal de la razón, que no hay un
modelo teleológico de perfección
que nos pueda indicar la vía de la
simple mejoría. Admitir que somos franceses, catalanes o españoles, a lo sumo, europeos primero, y solamente después seres
humanos. Que no se convencerá
a las gentes por la razón, sino
por un lento despliegue de argumentos que conducen del sentimiento a la razón, de la identidad a la fraternidad.
Que solamente reconociéndonos singulares, nacionales e incluso, en un sentido, nacionalistas, podemos enfilar el buen ca-
�EL PAIS
1 6 JUL. 1935
mino de la trasnacionalidad y, en
consecuencia, del humanisme.
Aquí, en Barcelona, pero
también en otros lugares vecinos, en Vie, en Menorca, etcétera, un movimiento en este sentido, Catalunya Scglc XXI, está en
proceso de abrirse a la sociedad,
lentamente pero con seguridad.
Espero que podremos contar
con su presencia enriquecedora,
y muy respetada por unos y por
otros, entre nosotros.
Hasta pronto, con mi manifestación de respeto y amistad.
Pasqual Afaragall
1-PS.
Muchas veces, me ha dicho
que las ciudades son «1 motor de
Europa y las regiones un posible
nivel de institucionalización.
Evidentemente, se puede pensar
en un mapa europeo coloreado,
dividido en un centenar de regiones (Lombardia, Bretaña, Escocia, Baviera, Sajorna, Eslovaquia, Macedonia, etcétera). En
cambio, un mapa de ciudades,
¿qué es? Es como el cielo, la noche, el firmamento.
Hace falta o una concreción
(¿cuantas ciudades hay en Europa?) o rigor (¿dónde empieza una
ciudad —una estrella— y dónde
termina la otra?).
Y sin embargo... Europa no
es más que el desarrollo de las
ciudades, después condados,
más tarde repúblicas o ducados,
y finalmente reinos o Estados. El
Reino Unido (Escocia, Inglaterra y País de Gales), Alemania
(Renania, Palatinado, Bremen,
Hamburgo, Brandenburgo, etcétera), Italia (Pisa, Florencia, Genova); los imperios (Atenas,
Roma, etcétera)... es verdad que
estas naciones se han formado
por adición del hinterland a las
ciudades y el dominio de una ciudad sobre las otras, creando otra
cosa. ¿Pero no es cierto que en el
momento en que Europa sucede
a las naciones, hace falta volver
a dar a sus elementos originarios toda su libertad? ¿No hace
falta incluir la libertad de expresión, de comercio y de organización?
2» P.S.
¿Qué debe entenderse por
subsidiariedad? Balladur nos ha
dicho hoy en Montpellier que el
concepto remite a Tomás de
Aquino. Muy bien, pero su fuerza -estuvimos de acuerdo un
día con Lubbers— proviene del
hecho de que esta vieja idea que
se referia a las relaciones entre la
Iglesia y el Estado —que entonces era precisamente la sociedad
civil!— aparece hoy mezclada
con la de federalismo (foedus= contrato, pacto), es decir, a la
constatación de que actualmente
la democracia no es aquello que
se quiere, todo lo que se quiere.
Hace falla, además, el respeto a
las minorías: la voluntad de la
mayoría no es suficiente para dar
toda su expresión a la diversidad
ni a los derechos individuales,
mejor, a los derechos de la persona —para satisfacerle, ya que usted ha sido alumno de Emmanuel Mounicr.
Vemos, pues, que subsidiariedad equivale a decir construcción por adición de la voluntad
social, primacia de lo local, obligación del poder alejado de demostrar su bien hacer, su razón
de ser —incluso si como decía
ayer el ministro Branttigam de
Brandenburgo, la subsidiariedad
puede jugar en favor de la cesión
de competencias a la Comisión
Europea porque ñnalmente se
puede demostrar que determinadas cosas no se pueden hacer mejor más abajo.
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05. Recursos d'informació
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Aplega la documentació bibliogràfica relacionada amb Pasqual Maragall (no generada per ell).
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A name given to the resource
Las epístolas sobre Europa de Maragall
Date
A point or period of time associated with an event in the lifecycle of the resource
1995/07/16
Type
The nature or genre of the resource
Article
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Textual
Language
A language of the resource
Castellà
Subject
The topic of the resource
Alcaldes
Maragall Mira, Pasqual, 1941-
Acció política
Europa
Relacions Internacionals
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Article de la redacció del diari El País recollint l'enviament de Maragall a diverses personalitats europees, reflexionant sobre els reptes d'Europa i el seu futur.
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A related resource from which the described resource is derived
El País
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