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Articles de Pasqual Maragall a
26/07/1993 (3084680) - Artículo de opinión
EL PAÍS / Madrid / Base / España, pág. 16
EL 'CAMBIO DEL CAMBIO' EN ESPAÑA / 1
La derecha
PASQUAL MARAGALL
El autor se pregunta qué necesita la derecha española para ganar unas
elecciones, después de que el PSOE venciera el 6 de junio en las peores
condiciones. La única posibilidad que apunta para modificar esa situación es
una "sólida alianza de las derechas españolas". El articulista analiza también las
posiciones del líder de CiU, Jordi Pujol, y su alergia al socialismo.
Podemos preguntarnos inicialmente por el aspecto más sorprendente del resultado
electoral: la victoria de la izquierda en unas condiciones infernales.
Si la derecha no ha ganado ahora, con tres devaluaciones de la peseta en ocho
meses, la última en plena campaña; determinada prensa y radios de Madrid (y algunos
medios de Cataluña) desencadenados todos en la mayor profusión de "malas noticias"
y denuncias de corruptelas de nuestra historia democrática; el desempleo subiendo de
forma alarmante; las elecciones francesas e italianas mostrando auténticos desastres
del socialismo...
Si la derecha no ha ganado ahora, podemos preguntarnos, ¿cuándo ganará?
Podríamos contestar que la derecha ganará cuando haya construido una auténtica
alianza a nivel de Estado, que no sea sospechosa de inestabilidad y contradicciones
internas. Es decir, estará entonces en condiciones de plantearse una lucha por la
victoria que no se base sólo en los errores ajenos sino en su propia oferta política.
Esta reflexión nos conducirá a las condiciones en que probablemente se producirán
los cambios que han de venir en España, tanto en la derecha como en la izquierda.
También nos permitirá conectar con el debate actual en Europa, que es el de la crisis
de la gobernabilidad, la crisis de confianza de los ciudadanos no ya en sus
gobernantes sino en sus propios parlamentos, expresada en referéndums contrarios a
los votos mayoritarios de los diputados y, por supuesto, en los bajísimos ratings de
aceptación de los políticos en general (Major tiene entre el 16 y el 18% de aprobación
y Mulroney bajó hasta el 12% y tuvo que dejarlo).
Empecemos por la derecha. ¿Qué quiere decir una sólida alianza de las derechas
españolas? Quiere decir algo muy difícil de obtener, a saber, una mutua aceptación de
los poderes relativos de unos y otros, centro y periferia, sectores agrarios,
manufactureros y terciarios, etcétera.
La mutua aceptación entre la CiU de Jordi Pujol y Josep Antoni Duran, por un lado, y
el PP por otro, requiere que se le dé a Pujol lo que siempre ha querido en realidad,
antes que el propio poder político en España: el poder social, el económico. Es decir,
una parte significativa de ese poder.
A veces parece que el nacionalismo conservador cambiaría diez ministerios por un
banco. Desde 1962 ha pretendido esto más que cualquier otra cosa.
Desinteresado por (más que contrario a) una política española que tenía que extraer
su maleficio de alguna causa, e identificada marxianamente esa causa con la potencia
económica de los sectores que estaban detrás del Estado dictatorial, Pujol se dedicó a
20
�Articles de Pasqual Maragall a
"hacer país", es decir, a crear lo que él juzgaba las bases de una respuesta -que algún
día quizás llegaría a ser política, pero que ante todo debía ser cultural (la Enciclopedia,
la Universidad paralela) y económica (la banca).
Tanto es así que cuando llegó la hora de "hacer política", le pilló desprevenido. Había
estado ausente durante una década y media de la política-política (Consell de Forces
Polítiques de Catalunya, Caputxinada, Assamblea de Catalunya, etcétera) y al final
defendió ingenuamente el Consejo General que proponía nuestro común amigo Mayor
Zaragoza cuando la izquierda ya pedía (y conseguía) el retorno de Josep Tarradellas y
la reinstauración provisional de la Generalitat.
No sería justo no mencionar el affaire Banca Catalana. En las actitudes de Pujol esto
cuenta mucho. Y con razón. Los socialistas nos equivocamos.
Él se equivocó primero, llevando la Banca Catalana a una situación imposible, pero
nosotros deberíamos haber impedido que esto se mezclara con el honor de Cataluña y
también que muchos catalanes se sintieran ofendidos por el Estado.
Lo malo -volviendo al tema- es que ahora el resto de la derecha española tiene ya muy
poco que ofrecer social y económicamente a la derecha catalana, en una economía
internacionalizada en los mercados de producto y, aún peor, en los de capital. Con J.
P. Morgan en el Banesto y la industria química tal como la dejó Javier de la Rosa, lo
mejor que puede hacer Pujol, y lo está haciendo (y lo hace bien) es entenderse con los
amigos alemanes (el Deutsche Bank, los poderosos Länder) y los amigos japoneses.
Todo lo demás, económicamente hablando, lo está haciendo mal: la obsesión por
oponer la alternativa de un gran parque lúdico a los Juegos Olímpicos, la alianza y
alabanza de Javier de la Rosa como prototipo del nuevo capitalismo catalán, el Institut
Català de Finances en los Tribunales, los Casinos, los "Consellers", las aventuras en
prensa...
En estas condiciones, sin embargo, y paradójicamente, la derecha catalana de Pujol y
Duran ha aparecido crecientemente, merced a una lectura errónea de los resultados
electorales, como la única derecha que le podía realmente al socialismo y a la
izquierda.
Lectura errónea que La Vanguardia del domingo 13 de junio desenmascaró: perdiendo
en 1993 frente al PSC, CiU ha obtenido casi tantos votos como obteniendo mayoría
absoluta en las autonómicas de 1992.
Así se demostraba que CiU está en su techo y que si los ciudadanos votan más, CiU
pierde. Sólo una alianza antisocialista a la desesperada puede entonces salvar a CiU
de lo que Pujol desea menos que nada: la alianza con los socialistas. Y lo ha
intentado, pero sin resultado.
Una alianza de esas características no convence por supuesto ni a IU ni al PP. Pero
que nadie se engañe: es el auténtico pensamiento de la CiU de Pujol.
De su firma es un artículo del año 1966 ó 1967, si no me equivoco, que en la revista
Serra d'Or abogaba por un pacto nacionalista-comunista contra los "partidos estatales"
(DC y PS) en el Valle de Aosta (en aquel entonces no se podía hablar más que por
referencias exteriores). Y desde entonces ha acentuado su alergia al socialismo más
que al partido conservador español.
Miquel Roca es otra cosa. Desea sinceramente la gobernabilidad de la nueva España
diversa y plural. Pero, como me decía recientemente alguien que conoce muy bien a
los dos: contra lo que todo el mundo imagina, el auténtico idealista es Roca (idealista
21
�Articles de Pasqual Maragall a
hasta el colmo de repetir los mismos errores una y otra vez) y el auténtico político -en
el sentido más crítico de la palabra- es Pujol.
Ahora deberán hacer ellos también "su cambio", solos o con el resto de la derecha
española -versión Pujol- o con los socialistas -versión Roca-.
En el primer caso no les queda más remedio que intentar liderar algo que a Pujol
nunca le ha interesado y a los diversos regionalismos de derecha menos aún: la
vertebración de la derecha española.
1) En torno a una filosofía política respetuosa de la variedad y pluralidad del país, pero
con un proyecto común (en el reparo tanto del poder, de asuntos como los recursos
hidráulicos y del dinero público).
2) En torno a una determinada política europea (que les va a enfrentar seriamente,
sobre todo por el rol de las regiones).
3) En torno al reparto hipotético de la tarta económica española, que tal como están
las cosas, sería sobre todo -en un escenario de derecha- el que pudiera dar de sí un
proceso de privatización a ultranza de las empresas públicas, mixtas o concesionarias
exitosas (Endesa, Gas Natural, Repsol, Telefónica, Autopistas, Tabacalera,
etcétera...).
Todo esto es muy difícil. Más les vale, como proponen Roca y Serra, tratar de ser
fieles a la tradición histórica que quiere que la derecha catalana esté más centrada
que la española: tanto, que tenga que aliarse con la izquierda.
Pasqual Maragall es alcalde de Barcelona.
22
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Articles de Pasqual Maragall a
27/07/1993 (3088218) - Artículo de opinión
EL PAÍS / Madrid / Base / España, pág. 14
EL "CAMBIO DEL CAMBIO" EN ESPAÑA / y 2
La izquierda
PASQUAL MARAGALL
El 'cambio del cambio' consiste, para el autor, en la atención a los problemas
cotidianos de los ciudadanos más que a los trascendentales ya resueltos.
Acercar la política al ciudadano a través del cauce natural, la ciudad.
Para entender en toda su magnitud el tour de force de Felipe González, Narcís Serra y
el Partido Socialista hay que retrotraerse al clima de hace tan sólo dos meses. Clima
irrespirable en que a los socialistas se les insultaba no sólo ya en las emisoras de la
derecha, sino en las calles de Madrid.
Como preámbulo habría que hacer también un análisis del clima político de la ciudad
de Madrid en relación al del resto del país, más allá del impacto político negativo que
el 2 -injustificadamente- haya podido tener. Injustificadamente porque Madrid, aún sin
"grandes eventos 92" aunque sí capitalidad cultural europea, tuvo en los últimos cuatro
años -que fueron sus cuatro años considerados "rnalos" tanta inversión estatal como
Barcelona en los cuatro años "del siglo".
Pero volviendo al inicio de este análisis, en los últimos tres meses Felipe González y
Narcís Serra han predicado:
1) Transparencia, respeto a la justicia y liberalismo ante los medios de comunicación.
2) Seguir gobernando hasta el final y tomar la decisión de devaluar la peseta tanto
como fuera preciso y tan poco como fuera posible.
3) Un nuevo impulso democrático concretado en reformas electorales (alcaldes
elegidos directamente y quizás un sistema de tipo alemán para las elecciones
generales), una nueva ley de partidos prohibiendo las donaciones de empresas y
permitiendo y desgravando las individuales.
4) La corresponsabilidad fiscal con las autonomías y el incremento de competencias
municipales, así como la mejora de las finanzas locales.
Finalmente, y ya durante la campaña electoral, Felipe González pidió el voto para
hacer esas reformas, acorraló a José María Aznar en el tema de la protección social y
demostró con números que España había cambiado en 10 años lo que no había
cambiado en décadas.
Pero el cambio del cambio ¿qué querrá decir exactamente?
Al abordar este asunto tengo que pedir excusas porque parecerá que barro
exclusivamente para casa al defender el poder local y plantear su potenciación como
uno de los componentes básicos de esa autotransformación.
Lo que podríamos llamar la 'Fórmula de Toledo" (porque surgió en un acto organizado
allí por José Bono y en el que participamos Felipe González, José María Eguiagaray,
Prancisco Vázquez y yo mismo ante más de 250 alcaldes) era doble, en mi
planteamiento:
1) La subsidiariedad como guía de la aproximación de la política a los ciudadanos.
23
�Articles de Pasqual Maragall a
2) El espíritu de l'Empordà, por la comarca catalana que hace 100 años fue
identificada como aquella parte del todo (Cataluña) que mejor que el todo podía
expresar su sentido de una forma más concreta y tangible.
En la estimación de lo próximo y pequeño se expresa suficientemente nuestra
estimación por lo mayor y envolvente (l'Empordà por Cataluña, Cataluña por España)
y de tina forma más natural, más auténtica, más sentida.
Aquello que en Toledo definí como la segunda parte del Cambio -o el cambio del
cambio era la atención por los pequeños problemas más que por los trascendentales
ya resueltos: la reforma militar de Serra, la fiscal de Fernández Ordóñez y Borrell, la
reconversión industrial de Solchaga, Majó y Aranzadi, la entrada en Europa y en la
Alianza Atlántica de la mano de González y de Serra, el traslado del 25% del gasto
público a las autonomías, las libertades civiles, el pluralismo mediático, el
acorralamiento del terrorismo por Barrionuevo y Corcuera, la reforma y generalización
de la enseñanza de Maravall y Solana, la cobertura sanitaria y de pensiones, etcétera.
Estos eran los problemas pendientes en España desde 1970, desde 1950 algunos, y
otros aún más allá, desde 1898.
Pero los problemas pendientes desde 1987, la segunda parte del cambio, sobre todo
en las grandes ciudades agobiadas por su propio éxito económico eran otros:
1) El aparcamiento y el transporte público; el ruido; la polución; la creciente
desaparición del paseo tranquilo por nuestras calles; el aumento de las basuras.
2) La inseguridad; la concentración de problemas en barrios incapaces de soportar
tanto dolor y su degradación; la drogodependencia; la inexistencia de justicia local y
rápida; la inmigración regular y las reacciones que suscita.
3) La vivienda de los jóvenes y de los no tan jóvenes: la vivienda asequible, no sólo la
vivienda social, y más concretamente la vivienda asequible en las zonas antiguas de
nuestras ciudades.
El error de 1987 hasta aquí, por el que tenemos que pedir excusas, es el de haber
pensado más en Europa que en Malasaña, el Raval, o el Carmen. El error por el que
tenemos que pedir excusas es el de no habernos dado cuenta de que debajo del
fantástico traslado de medios económicos a las autonomías (una cuarta parte del
Estado se descentralizó en 12 años, casi tanto como Alemania fue descentralizada por
los aliados después de vencerla en una guerra total), el no habernos dado cuenta,
digo, de que, tras esa descentralización, los auténticos problemas de la calle seguían
lejos del gran dinero público y que los ayuntamientos se estaban empeñando hasta el
cuello para hacer frente a la vez a esos problemas y dar cumplimiento a los gastos
culturales, deportivos, sociales e infraestructuras que los ciudadanos demandaban y
que la propia descentralización autonómica incitaba a proseguir. Pero tengamos
cuidado: la calidad de vida que nuestros ciudadanos demandan incluye también el
autogobierno autonómico. "Pertenecer" a una nacionalidad o región es un bien
valorado. Incluso en el sentido más pragmático cuando falta el legitimismo histórico y
cultural: José Bono contaba, impresionado, que cuando visitaba por primera vez
ciertos pueblos de La Mancha sus habitantes confesaban no haber visto a un político
importante desde Romañones. Esto también es calidad de vida.
La calidad de vida no se detiene ahí. Aumenta cuando el gobernante sabe reprimir sus
deseos benevolentes de "arreglar los problemas" y admite que sean los niveles
inferiores quienes lo hagan, aún cuando estos
Y niveles inferiores se inhiben en favor de la sociedad civil, si ésta es capaz de
resolver por ella misma sus problemas.
24
�Articles de Pasqual Maragall a
Esto es la subsidiaridad y no otra cosa. La carga de la prueba de la eficiencia y de la
equidad tiene que proporcionarla el nivel superior, no el inferior: Al nivel inferior se le
supone. Al contrario de lo que suele ocurrir en nuestro burocratizado mundo, en el
mejor de los casos benevolente e ilustrado, pero alejado del sentir de la calle.
La derecha de Reagan y Thatcher, además de algunas guerras dudosas, ha hecho un
gran daño: suprimir conceptualmente todo lo que existe entre un estado fuerte y la
sociedad civil, destrozar los sistemas complejos y dotar a los niveles altos de gobierno
de una total buena conciencia en relación con los niveles inferiores... en nombre de la
sociedad civil a la que se dice defender.
¿Desde cuándo puede tener credibilidad una política que en nombre de los
ciudadanos suprime ayuntamientos -que son juntas de ciudadanos- como ha sucedido
en Londres?
Durante la pasada campaña electoral insistí en que la victoria de la derecha sería la
derrota de las ciudades. Más en concreto, me preguntaba en público sobre la suerte
de Barcelona en una combinación derecha-derecha de Aznar y Pujol.
No hacía falta respuesta. Las exclamaciones del público respondían por mí.
Pero seamos claros. La izquierda que se quiere cambiar a sí misma ("Hemos de ser
capaces de cambiarnos a nosotros mismos", se dijo en Toledo) debe cambiar también
en eso.
Hemos de encontrar, de común acuerdo, la batería de indicadores que nos digan
hasta qué punto conseguimos acercar la política al ciudadano a través del cauce
natural que es la ciudad.
No concibo una política de ciudadanía europea sin una política de ciudades, sin una
concepción de Europa también como sistema de ciudades, de ciudades eficientes y
fuertes.
Y lo digo desde el "regionalismo europeo", que comparto y apoyo, pero más allá del
regionalismo europeo, yendo a la médula de la política europea que ha tenido siempre
nombres propios: Milán, Amsterdam, Barcelona, Turín, Munich o Valencia.
El error de los últimos años ha sido tanto el permitir la expresión excesiva de aquellos
sentimientos que ven en las autonomías piedras en el zapato (" ¡qué gusto cuando se
quitan!", decía un profesor del Instituto Escuela), como la obsesión excesiva en ese
tema y la incapacidad para articular -más allá de esa obsesión- una auténtica política
urbana, que ahora es ya imprescindible.
Repito que, a veces, tengo la impresión de tener que dar excusas por este
planteamiento que puede parecer egoísta, especialmente viniendo de una ciudad a la
que se le atribuyen milagros. Ya se sabe que los milagros se suelen atribuir "arriba", a
los de arriba, y nunca a los propios sujetos. Algo hay de ello y algo también de
esfuerzo propio.
Todas las ciudades españolas han mejorado, y mucho. Por ejemplo, Almería y
Logroño tienen ópera; ambas tienen o tendrán universidad y Santiago tiene un nuevo
auditorio y nuevo Museo de Arte Contemporáneo. Almería ha resuelto el problema de
sus crónicas avenidas de agua y Logroño ha hecho veinte plazas y parques nuevos.
Y, sin embargo, no han hecho más de lo que tenían que hacer. Podemos demostrarlo.
Y que los demás demuestren lo suyo.
25
�Articles de Pasqual Maragall a
Si una alianza con los nacionalismos históricos contemplara estas perspectivas (si, por
ejemplo, permitiera un Ministerio de las Ciudades para empezar) sería bienvenida.
En el caso contrario, que es muy posible -bloqueo total de los temas en el nivel
autonómico, consideración de las ciudades como feudo particular de las autonomíastendremos que recurrir a la fórmula más acreditada, la que ha permitido la gran
transformación de nuestras ciudades: la alianza de las izquierdas, sin excluir por
supuesto a los nacionalismos cuando quisieran entrar a formar pactos de progreso.
La subsidiariedad, en todo caso, quiere que nada se haga desde el poder alto con el
bajo sin conocimiento del intermedio. Pero no hay compartimentos estancos en la
subsidiariedad. Ésa sería una interpretación interesada, propia de los euro escépticos
británicos o de algunos regionalistas extremos, cada uno respecto a su "coto privado
de caza" o de poder.
O en 1993 comienza, por fin, la década de los ayuntamientos o habremos perdido el
tren de la década.
El objetivo del programa socialista es "avanzar proporcionalmente" hacia el objetivo de
fin de siglo (50 / 25 / 25% en el reparto del gasto público central, autonómico y local).
Eso quiere decir, aproximadamente, estar en el 20% en 1997. Menos que eso
significaría dejar las cosas donde estaban en 1992... y en 1982. Imposible.
Pasqual Maragall es alcalde de Barcelona.
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1 DE MARÇ DE 1996
CARTA OBERTA A JORDI PUJOL I A XAVIER RUBERT DE .
VENTOS
p
kí),
C DI/1 --IZA 171°
.a /U3 19C)
¿Ximples? ¿Tontainas?
¡Qué bonito es ser neutral! ¡Qué bello es el centro! ¡Qué tontainas son los que no están
en él!
Así podríamos seguir indefinidamente, pero ese estribillo suele esconder una inquietante
ausencia de opciones y de mensaje.
En estas elecciones, al final, se nos ha impuesto la ausencia de debate cara a cara. Ni
siquiera podernos optar entre las personas. NI siquiera podemos apreciar por nosotros
mismos las opciones que ofrecen el gobernantey el aspirante, el uno frente al otro.
Analicemos la cuestión y veamos "qué voto" y "para qué votar".
La mala razón de Estado - la que hace abuso de la razón y deviene arrogancia o
insolencia del poder - es doblemente mala, dijo Tomás y Valiente hablando del
contraterrorismo y la corrupción: mala cuando se usa, mala cuando se denuncia, si esa
denuncia es tardía y no es para suprimir aquella sinrazón, sino para ganar el poder al
precio que sea. Inclusive al precio de dar alas a los que combaten contra la democracia.
Ese es el dilema ante el que nos encontramos. Aceptar el esfuerzo que hizo el Gobierno
para terminar con la mala razón de Estado, cuando lo hizo, o acoger todas las miserias y
los miserables que ese esfuerzo ha puesto al descubierto para convertirlos en víctimas
del Gobierno que los puso en su sitio, y a la vez condenar por ello al propio Gobierno.
¿Hemos de dar por buenas las cambiantes opiniones de los medios (y de los políticos)
que jaleaban la mala razón de Estado para perseguir terroristas en Francia, y hoy piden
cárcel no para los que siguieron sus consejos - y están en ella - si no para los políticos de
quienes dependían, que es de lo que se trata? ¿Olvidar sin excusa alguna que se logró
hacer dimitir al vicepresidente del Gobierno acusándole de dos affiiires, el Informe
Crillón y los escuchas del CESID, que la justicia ha archivado? Es más: ¿Hemos de
olvidar el esfuerzo de la Moncloa por terminar con los dos casos más claros de
intromisión financiera en el dominio de los medios de comunicación y finalmente en la
instrumentalización de la política y los políticos en beneficio propio? Todo esto ¿es algo
que debamos olvidar o pasar por alto? ¿Se puede ser neutral en estos temas?
No lo creo. No creo que se pueda decir "entré estas fechorías pasadas y determinados
temores futuros lo mejor es no optar". Hay que elegir. Hay que optar entre la asunción
�más o menos tardía de errores - incluso de los no cometidos pero sospechados - con
renuncia efectiva de los responsables políticos (no está mal: Solchaga, Asunción,
Corcuera, Albero, García Vargas, Serra....) o bien la apuesta por un pase de página
montado sobre la ola del escándalo provocado por la propia asunción de esos errores,
jaleada por una serie de poderosos personajes„ interesados en convertirla en depuración
de los que intentaron poner coto a sus pretensiones desmesuradas.
No creo tampoco que pueda decirse: "qué simples son estos, y qué simples los otros".
Aquí los únicos que no son simples, y sí listos, son los que al abrigo de esa fratricida
controversia no sobre los temas de la política, si no sobre las intenciones políticas y la
decencia de las personas, hacen su agosto o piensan aliviar su invierno y sus penas. A
costa de la democracia.
El terrorismo se beneficia de todo ello. Esas son la segunda y la tercera perversión que
exponía Tomás y Valiente en su artículo póstumo: la fragmentación de la política y,
como consecuencia, el abandono de la calle, la pérdida de la paz civil, el fracaso del
Estado como garantía.
Tampoco les ha ido mal a los que han soplado los fogones de la lucha fratricida, o a los
que se han lucrado en algún momento de la falta de consenso, por ejemplo en el
nombramiento de decisivos cargos judiciales, o a los que bajo esos grandes escándalos
han escondido los suyos, pidiendo sosiego para; ocultar vergüenzas propias.
La ausencia de mensaje no es aceptable. Hay que optar, hay que mojarse. Todas las
opciones son buenas si no eluden las cuestiones fundamentales.
¿Se puede argumentar que lo primero es que los políticos bajo cuyo gobierno sucedieron
"todas estas cosas" dejen paso a otros, inmaculados y dispuestos a arreglarlas?
No es tan sencillo. "Todas estas cosas" son también la reforma del ejército, la de la
industria pesada, la de las pensiones, la entrada de España en Europa por la puerta
grande, la creación de las condiciones para que haya un millón más de puestos de
trabajo (aun manteniendo el número de parados, una vez censados los dos millones de
nuevos buscadores de trabajo por la entrada ¡por fin! de la mujer en ese mercado), la
multiplicación de los universitarios y becarios, el acceso de todos a la sanidad, el
traslado de un 20 por ciento del gasto público desde el centro a las autonomías - cosa
que en Alemania necesitó previamente de una derrota bélica del Estado y que Francia y
Gran Bretaña aún no han acometido- , la transformación de nuestras ciudades, etc...
Bueno, también se puede decir que, hecho esto, pasen los otros y hagan otras cosas.
Pues eso: ¿qué cosas?
Aquí es donde falla el cálculo de los centristas, de los que no son "ximples". Porque
para convencernos de que dejemos de votar a la izquierda que ha hecho "todo esto", con
sus costes y su lado sombrío, nos ofrecen:
1- Una total ausencia de noticias sobre las cosas que pasarían si ganara la derecha:
simplemente que la izquierda podría regenerarse fuera del gobierno.
�2- Una oferta de voto centrista o nacionalista que de algún modo reúne lo peor de los
dos mundos: el lado sombrío de todo gobierno (sólo que en proporción a sus
responsabilidades, aunque yo creo que en esto han sobresalido un tanto) y ni una sola
apuesta de futuro concreto (reparto del tiempo de trabajo, conexión Barcelona/Europa,
deltas del Llobregat y del Besós, Plan de Metros, vivienda... Nada).
Ese sí que es un voto tontaina. ¿Para qué? ¿Para quién?
PASQUAL MARAGALL
Alcalde de Barcelona
��¿Ximples? ¿Majaderos?
¿Qué bonito es ser neutral! ¿Qué bello es el centro! ¿Qué mentecatos son los que no
están en él!
Así podríamos seguir indefinidamente, si no fuera porque ese estribillo suele esconder
una ausencia total de mensaje.
Analicemos el asunto.
La mala razón de Estado - la que hace abuso de la razón y deviene arrogancia o
insolencia del poder - es doblemente mala,: dijo Tomás y Valiente, hablando del
contraterrorismo desde el Estado y de la presente ola antigubernamental: nada cuando se
usa, nada cuando se denuncia, si esa denuncia es tardía no es para suprimirla, si no para
ganar el poder al precio que sea, incluido el de dar alas a los que combaten contra la
democracia, víctimas o no de la mala razón de Estado.
Ese es el dilema ante el que nos encontramos. Aceptar el esfuerzo que hizo el Gobierno
para terminar con la mala razón de Estado, cuando lo hizo, o acoger todas las miserias y
los miserables que ese esfuerzo ha puesto al descubierto para convertirlas en víctimas
del Gobierno que las puso en claro, y condenarlo por ello.
Esto es: dar por buenas las opiniones cambiadas de todos los medios (y de los políticos)
que jaleaban la mala razón de Estado para perseguir terroristas en Francia (article de
Leguina) y hoy piden cárcel no para los que siguieron sus consejos - y están en ella - si
no para los políticos de quienes dependían, que es de lo que se trata; olvidar sin excusa
alguna que se logró hacer dimitir al vicepresidente del Gobierno acusándole de dos
affaires, el Informe Crillón y los escuchas del CESID, que la jusícia ha archivado: es
más: olvidar el esfuerzo de la Moncloa por terminar con los dos casos más escandalosos
de intromisión financiera en el dominio de los medios de comunicación y finalmente en
la instrumentalización de la política y los políticos en beneficio propio... Todo esto ¿es
algo que debamos olvidar o pasar por alto? ¿Se puede ser neutral en estos temas?
No lo creo. No creo que se pueda decir "entre estas fechorías pasadas y aquellos temores
futuros lo mejor es no optar". Hay que elegir. ; Hay que optar entre la asunción más o
menos tardía de errores, con depuración más o menos completa de responsables (no está
mal: Solchaga, Asunción, Corcuera, García Vargas, Serra....) o bien la apuesta por un
pase de página montado sobre la ola del escándalo provocado por la propia asunción de
esos errores, jaleada por una serie de poderosos personajes, interesados en convertirla en
depuración de los que intentaron poner coto a sus pretensiones desmesuradas.
No creo tampoco que pueda decirse: "qué simples son estos, y qué simples los otros".
Aquí los únicos que no son simples, y sí listos, son los que al abrigo de esa fratricida
controversia no sobre los temas de la política, 'si no sobre las intenciones políticas y la
�decencia de las personas, hacen su agosto o piensan aliviar su invierno y sus penas. A
coste de la democracia.
ETA se beneficia de todo ello. Esas son la segunda y la tercera perversión que exponía
Tomás y Valiente en su artículo póstumo: la fragmentación de las políticas y, como
consecuencia, el abandono de la calle, la pérdida de la paz civil, el fracaso del Estado
como garantía.
También se benefician los que han soplado a loes fogones de la lucha fratricida, o los que
se han lucrado en algún momento de la falta de consenso, por ejemplo en el
nombramiento de decisivos cargos judiciales, o los que bajo esos grandes escándalos
han escondido los suyos.
La ausencia de mensaje no es aceptable. Hay que optar, hay que mojarse. Todas las
opciones son buenas si no eluden las cuestiones fundamentales.
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Title
A name given to the resource
09. Alcalde de Barcelona
Temporal Coverage
Temporal characteristics of the resource.
1982-1997
Description
An account of the resource
Documentació emanada de l'exercici de Pasqual Maragall com a Alcalde de Barcelona.
Type
The nature or genre of the resource
Sèrie
Dublin Core
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Identifier
An unambiguous reference to the resource within a given context
4385
Title
A name given to the resource
Carta oberta a Jordi Pujol i a Xavier Rubert de Ventós, llegida per l'alcalde a Com Ràdio
Type
The nature or genre of the resource
Carta
Creator
An entity primarily responsible for making the resource
Maragall, Pasqual, 1941-
Format
The file format, physical medium, or dimensions of the resource
Textual
Language
A language of the resource
Castellà
Subject
The topic of the resource
Política
Acció política
Rubert de Ventós, Xavier, 1939-2023
Pujol, Jordi, 1930-
Espanya
Eleccions
Idees polítiques
Esquerra (Ciències polítiques)
Description
An account of the resource
Conté la versió preliminar manuscrita de PM.
Date
A point or period of time associated with an event in the lifecycle of the resource
1996-03-01
Provenance
A statement of any changes in ownership and custody of the resource since its creation that are significant for its authenticity, integrity, and interpretation. The statement may include a description of any changes successive custodians made to the resource.
Aquest document forma part del fons municipal de l’Ajuntament de Barcelona (productor de la documentació) i és còpia digital de l’original custodiat a l’Arxiu Municipal Contemporani de Barcelona.
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Level
The hierarchical level of the materials being described by the element (may be other level too).
Document
Correspondència
-
https://www.arxiupmaragall.catalunyaeuropa.net/files/original/27/1636/0000000793.pdf
1df70a1e11af9c57ee53d6538de05e86
PDF Text
Text
ESPAÑA / 21
EL PAÍS, domingo 9 de julio de 2006
Pasqual Maragall / Presidente de la Generalitat de Cataluña
Pasqual Maragall coincide con el historiador Josep Maria Ainaud de Lasarte en que en Cataluña siempre han gobernado
“amigos y conocidos de casa”, de unas cuantas familias, pero cree que, de alguna manera, si el candidato socialista José
Montilla ganase las elecciones catalanas, esa endogamia podría empezar a cambiar, lo que sería una buena noticia. Maragall ya
está pensando en el día siguiente de dejar la plaza de Sant Jaume. Su futuro pasa por Europa, aunque no da más detalles.
“El proyecto de izquierdas se reeditará”
J. RAMONEDA / J. MARTÍ GÓMEZ
Barcelona
Pasqual Maragall no se presentará a la reelección como presidente de la Generalitat de Cataluña
en las elecciones anticipadas de
otoño. Está convencido de que el
proyecto de izquierdas que ha
presidido se reeditará, aunque
sea con otro formato.
Pregunta. ¿La aprobación del
Estatuto ha puesto a Cataluña en
el camino que usted quería?
Respuesta. Responde a mis expectativas. Es la primera vez que
Cataluña puede reformar en democracia su Estatuto de autonomía.
P. ¿Un salto a la altura de un
cambio generacional?
R. Efectivamente, es la obra de
varias generaciones.
P. El Estatuto, ¿cambia la relación de Cataluña con España?
R. Sí. España reconoce a través
del Estatuto la pluralidad, la existencia de naciones, de nacionalidades, de regiones.
P. ¿Eso equivale a liquidar la
opción federalista?
R. Al contrario. La concreta.
P. Mientras haya excepciones...
R. Ésa es una idea del federalismo que no comparto. El federalismo lo que busca es la proximidad
de la política, ¿y cómo aproximarte sin reconocer realidades, lenguas, caracteres nacionales distintos? Es falso que el federalismo sea
una pura igualdad solamente a
efectos distributivos. Es distribución y es también reconocimiento
de la excepcionalidad.
P. Con una excepción tan grande como la vasca, ¿puede haber
federalismo?
R. La excepción vasca es prefederal, viene del siglo XIX y sus
raíces son más bien conservadoras.
P. Los efectos colaterales del Estatuto, ¿son los costes a pagar por el
enfrentamiento entre Cataluña y España, los recelos del PSOE, la caída
del tripartito, su renuncia...?
R. Teníamos que afrontar la reforma del Estatuto para acomodar
la realidad catalana dentro de la
pluralidad de España, y asumo
que la operación no era sencilla y
tenía costes, pero no ha salido cara.
P. ¿Qué motiva que con tanta
facilidad se reproduzca en España
un mecanismo de fractura en dos
partes?
R. No sé las causas, pero sí puedo hablar de los resultados. Creo
que la dramatización se vivió en la
primera fase del Estatuto, con las
tensiones políticas, el boicoteo a
productos catalanes, los problemas
de las cajas de ahorro, etcétera.
Ahora, con el Estatuto aprobado,
nos hemos vacunado. Lo ocurrido
no tendrá efectos a largo plazo.
P. ¿Se consiguió la alternancia
sólo como un paréntesis? ¿Qué pasará si la izquierda pierde las próximas elecciones?
R. Que volverá la alternancia.
Es lo que pasa en todo el mundo.
Los 23 años de CiU en el poder
fueron una anomalía histórica que
llevaba a pensar si en Cataluña había pluralismo político o si, por el
contrario, el tema de Cataluña era
tan importante en sí mismo que
difuminaba la discrepancia, base
Pasqual Maragall, presidente de la Generalitat de Cataluña, durante la entrevista. / JOAN SÁNCHEZ
“El candidato socialista José Montilla no es la
alegría de la huerta, pero en su ciudad [Cornellà]
ganó siempre; o sea, que habrá que verle”
“Los medios no han explicado que el tripartito
ha hecho una buena labor de gobierno.
Pero está ahí, no lo dude”
“Los 23 años de CiU en el poder fueron
una anomalía histórica que llevaba a pensar
si en Cataluña había pluralismo político”
de la democracia. Creo que esto ha
cambiado. Los tres años que hemos gobernado, un periodo breve
en relación con los 23 años de Gobiernos conservadores, habrán sido fundamentales en este sentido.
P. En las próximas elecciones
¿ya no se enfrentarán los buenos
catalanes contra los malos?
R. Los que se creían los buenos
catalanes es posible que lo intenten
de nuevo, pero si ganan no será
por eso.
P. Lo cierto es que el proyecto
de gobierno de la izquierda catalana se fue al garete...
R. El nuevo Estatuto ha tenido
que ser aprobado en Cataluña y
España, y lo ha refrendado el pueblo catalán. Un proceso complicado y con mayorías diferentes en
cada caso que casi hizo zozobrar
la estructura política española. Todo entró en crisis, incluyendo la
estabilidad parlamentaria del Gobierno de Madrid, que tuvo que
cambiar de aliados. Pero pienso
que hay un antes y un después de
todo ello. Mi mandato ha sido breve, pero más intenso que los dos
últimos mandatos de [Jordi] Pujol,
tanto en materia estatutaria como
en acción de gobierno.
P. Sí, sí... Pero se acabó.
R. Creo que ese proyecto se reeditará, probablemente con formato diferente. Esa mayoría de la izquierda no desaparecerá. A la izquierda le resulta difícil llegar al
poder y todavía más difícil mantenerse. La izquierda solamente llega al poder cuando las cosas están
mal. Una vez la izquierda ha arreglado el país, la derecha vuelve a
gobernar. No nos engañemos: es
algo que pasa en toda Europa salvo, los últimos años, en Reino Unido con [Tony] Blair. ¿Por qué pasa
eso? Porque la derecha tiene más
medios: es el poder real en lo económico, en cierto sentido en lo moral y en buena parte en lo intelectual. Eso ha sido siempre así y probablemente seguirá siéndolo a no
ser que empecemos a comprobar
que el mundo va evolucionando y
que los asuntos se plantean cada
vez más a una escala que no es
estrictamente la nacional.
P. De su reflexión se desprende
que si un Gobierno de izquierdas
se mantiene años en el poder es
porque se ha vuelto de derechas...
R. Excepto en el caso de Felipe
González, aunque también fue
acusado de eso. Y porque sucedía
a casi 40 años de franquismo. Zapatero creo que tiene un horizonte
más corto, y no porque lo diga yo.
Lo dice él: no pretende estar 15
años gobernando, quizá porque
hoy el cambio ya no es tan grande.
P. Hoy, ¿qué es ser de derechas
o de izquierdas?
R. Estar con el dinero o con los
que no lo tienen, con los que tienen mando o con los que no lo
tienen. Lo que no quiere decir que
por ser de izquierdas se sea mejor.
Puedes estar al servicio de una
idea de izquierdas y actuar como
un ser perverso. ¿Qué fue el comunismo soviético? Acabó siendo de
derechas.
P. En España, ¿cree usted que
entienden sus mensajes sobre la España plural? ¿O pasa como cuando predicaba la bicapitalidad Barcelona-Madrid, idea que en Barcelona se entendía muy bien, pero en
Madrid no.
R. En Madrid entendían la
idea perfectamente, pero no la
compartían. La España plural es
un mapa en red, una superación
del centralismo y una mirada abierta a Europa. A España le conviene
que Cataluña forme parte de una
eurorregión potente.
P. Tras su adiós, en los bares se
escuchaba la frase: “A Maragall se
lo han cargado los suyos”.
R. A la gente le gusta más la
tragedia que la comedia.
P. Tragedia y comedia se mezclan en la vida: gente de su partido
coincide con la opinión de la calle.
R. No me diga.
P. Pues sí. Dicen que estaban
hartos, no tanto de usted como de
algunos de sus asesores personales.
R. Dramatización interesante,
con la que estoy encantado. En este país las víctimas siempre acaban
en los altares.
P. A esa dramatización se ha
de añadir que a quienes ayer se lo
cargaron ahora les ha entrado pánico.
R. La realidad es menos dramática, pero comprendo que si ustedes no dramatizan no venden.
¿Qué pasa? ¿Que cuando uno manda no se ha de marchar nunca?
Llevo ganando elecciones cada
cuatro años desde 1983, cosa rara
para un tipo como yo, que no es
muy electoralista. Si yo fuese un
estratega de partido no buscaría a
Maragall como líder electoral.
Ocurre que quizá las campañas
electorales no sean tan importantes como la gente piensa.
P. Desde el partido, ¿se le pidió
que continuase?
R. No. Tampoco hubo petición
formal para que me marchase.
P. Que no le pidiesen que repitiese como candidato, ¿era una sugerencia para que lo dejase correr?
R. Eso que cada uno lo interprete como prefiera.
P. El PSC no anda sobrado de
líderes mediáticos. Usted reconoce
no serlo y Montilla no entusiasma.
R. No es la alegría de la huerta,
pero en su ciudad [Cornellà] ganó
siempre, o sea que habrá que verle.
P. Otra cosa que se escucha en
los bares: una reedición del tripartito acoquina.
R. Volvemos a la dramatización. Tras 23 años de lo mismo,
de paternalismo muy personalizado, el pluralismo siempre produce
cierto choque. Eso el cristianismo
lo tiene mejor resuelto que el protestantismo. Cuando hablas de
pluralidad, de coaliciones, de
alianzas, incluso con independentistas, sabes que son cosas difíciles
de gestionar, pero también sabes
que planteas esas cosas porque
son interesantes y efectivas. Pero
los medios no han explicado que
el tripartito ha hecho una buena
labor de gobierno. Pero está ahí,
no lo dude.
P. En este despacho ¿ha sentido
soledad estos días?
R. La sentí desde el primer día
Pasa a la página 24
�24 / ESPAÑA
EL PAÍS, domingo 9 de julio de 2006
Viene de la página 21
que entré, pero estoy habituado. Mi
vida desde 1965, cuando entré como economista en el Ayuntamiento [de Barcelona], ha transcurrido
en la plaza de Sant Jaume, con las
salvedades de medio año en París,
dos en Nueva York y uno en Roma. Y los cuatro en el Parlament.
P. ¿Qué le ha aportado la experiencia del poder?
R. Los años añaden experiencia y moderación. Los medios me
pusieron el sambenito de imprevisible, y no me importa ese cliché.
Incluso diría que lo he llevado con
placer por dos motivos: porque he
sido un hombre con mucha suerte
y porque pienso que los diarios
son demasiado previsibles.
P. Cuando usted era alcalde,
Barcelona conquistó un lugar en el
mundo. ¿Cataluña lo ocupa hoy?
R. Sí. Se habla de Cataluña co-
“Nadie sabe cómo
será Europa dentro
de unos años”
mo de una nación que no es Estado, aporta el 20% del producto nacional bruto español y tiene más
competencias que cualquier land,
cantón o provincia europea. Y que
algunos pequeños Estados.
P. La posibilidad de ser Estado,
¿ha pasado definitivamente?
R. A que no pase aspiran Esquerra Republicana y mis amigos
Oriol Bohigas y Rubert de Ventós.
Nadie sabe a ciencia cierta lo que
ocurrirá en el futuro y cómo será
Europa dentro de unos años. Yo
soy del partido que sea capaz de
hacer Europa en serio.
P. Cuatro problemas a afrontar.
Uno: la inmigración. ¿Qué hacer?
R. Lo que se sugiere desde Senegal: que se instalen allí empresas
europeas. La inmigración ha sido
y es positiva para España y Cataluña. Ha aumentado la natalidad y
ha solucionado problemas de mano de obra sin registrarse graves
conflictos de integración. Ahora
parece que algo rechina, pero para
eso está la izquierda, además de
para gobernar de vez en cuando:
para evitar las tensiones.
P. Segundo problema: Josu Jon
Imaz dijo que los más acérrimos
defensores de la supresión de fronteras eran los delincuentes transnacionales. ¿Cómo afrontar problemas globales a escala local?
R. No es fácil. Creo que la policía ha de ser más local y en el límite puede estar al mando del alcalde. El modelo policial norteamericano es bueno. Aquí nos acercamos con la policía autonómica.
P. Tercer problema, quizá el
más peliagudo, porque afecta a
conciencias: ¿cómo afrontar el debate sobre la prolongación de la
vida cuando ésta ya es vegetativa?
R. Será un debate finalmente
resuelto de forma distinta a lo que
propone el catolicismo oficial.
P. Cuarto problema: la descentralización en ciertos temas parece
que puede originar más problemas
que beneficios. La proximidad, ¿es
un factor de corrupción en el urbanismo de pequeños municipios?
R. Es cierto. El peligro de colusión existe porque un señor rico
pesa en un pequeño pueblo más
que un alcalde; y, por poco que
pueda, tratará de comprarlo. Ésta
y las economías de escala son dos
excepciones aceptables a la proximidad.
P. ¿Ha tenido que sacar a alguien de su despacho por tratar de
comprarle?
R. No exactamente.
�
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12.01. Activitat de representació (com a President)
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2003-2006
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El proyecto de izquierdas se reeditará
Source
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El País
Language
A language of the resource
Castellà
Creator
An entity primarily responsible for making the resource
Maragall, Pasqual, 1941-
Martí Goméz, José
Ramoneda, Josep
Format
The file format, physical medium, or dimensions of the resource
Textual
Type
The nature or genre of the resource
Entrevista
Subject
The topic of the resource
Acció política
Idees polítiques
Catalunya
Territoris
Govern
President de la Generalitat de Catalunya
Date
A point or period of time associated with an event in the lifecycle of the resource
2006-07-09
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Document
Entrevistes